jueves, 5 de junio de 2014

Hipocondría de la belleza

 
"No está mal ser bella; lo que está mal es la obligación de serlo" Susan Sontang.

No es nada nuevo saber que habitamos en la cultura de la imagen, vivimos en la época de la orgía de las apariencias. Está claro que la belleza siempre ha sido algo deseable, pero el espectáculo al que asistimos es patología dañina.

Comencemos por describir el panorama:

1-El cuerpo, las imágenes del mismo y su perfección, se ha transformado en la tiranía de los egos. Se persigue y se valora con demasiado afán el aspecto físico, ya no vale estar sano como antaño, ahora quiero tener un cuerpo diez.

2-Es una nueva tiranía de la superficie, convertida en obligación y deber, resulta que ahora estamos obligados a ser guapos y perfectos, nada es suficiente para alcanzar semejante meta.

3- Para ello existe todo un torrente de parafernalias que nos recuerdan la importancia esencial de este nuevo y desmedido deber: el consumo compulsivo de cosméticos, la obsesión por las dietas, la adicción a las cirugías, botox... cualquier recurso es válido para intentar hacerse con el prototipo de belleza, incluso una liposucción, rinoplastia o fotodepilación se vende como signo de clase. Es la nueva idiosincrasia occidental orquestada por la publicidad y el mercadeo. Se salta por los aires los límites reales de belleza, se busca lo natural y joven a través de recursos artificiales.

4-La nueva belleza  no sólo la porta uno mismo, sino que es fotografiada y subida a Internet para que todos me vean. La nueva fotografía, lejos de valerse de criterios artísticos con cierta pretensión de elevación, tiene más aspiraciones sociales y de reconocimiento que otra cosa.  Plataformas como Facebook o Instagram conducen a una  exhibición en la comunidad, donde los seguidores que uno tiene son valores válidos de aceptación y popularidad del círculo que habitamos. Es una auténtica autoflagelación, un insaciable deseo de perfección diseñada en aras de la aceptación y el reconocimiento social.

5-El discurso es asfixiante y repetitivo.

6- Tanto es así que las personas ya dominan las posturas imposibles, elegir la mejor de las cuatrocientas "selfies" que tengo, colocarle unos buenos filtros y subirla a la red. La apariencia se hace pasar por realidad después de innumerables esfuerzos por lograr la toma deseada, si salgo sin aportar esa chispa perseguida, mejor no la subo, la borro porque estoy horrible.

 7-La belleza es prostituida, se recluye a unos cánones delimitados por el famoseo, las portadas de revistas y el mundo de las superestrellas, haciendo que todos quieran ser iguales y a la vez creernos únicos, antítesis de la creatividad, las imágenes acaban por tener el mismo aspecto aunque todos nos pensemos súper especiales.

8-En el presente las identidades han estallado bajo los valores imperantes de la lógica de mercado, las apariencias hacen que las personas se agoten en la presentación misma. La plenitud corporal artificiosa funde el contenido del individuo y succiona todo atisbo de verdadera autenticidad.

Conclusión: 
Si quieres puedes seguir el juego, perseguir al correcaminos, en el fondo la cuestión versa sobre la libertad y tu felicidad, puedes elegir entre ser más libre o seguir como has estado hasta ahora, tú decides. Quizás nunca puedas ser totalmente libre, al menos elige de qué no ser esclavo.

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